Viajamos a Georgia y Armenia en abril

Descubriendo las culturas cristianas en las fronteras de Oriente.

Aunque parezca mentira a estas alturas del siglo XXI todavía existen en Europa países ocultos, de los que poco o nada sabemos.

Georgia y Armenia son los territorios europeos y cristianos situados geográficamente más hacia el oriente, entre las montañas del Gran Cáucaso y el Mar Caspio. Entre países islámicos y étnicamente diferentes, turcos y persas, desde el siglo IV d. c. estas naciones gozan de una identidad propia y diferenciada de sus vecinos. Estas particularidades únicas dentro de la cultura europea han construido una historia llena de sinsabores pero también de éxitos. Después de la caída de la URSS estas dos antiguas repúblicas comenzaron un camino autónomo e intentan reconstruir su vida económica, social y cultural. En esta revisión de su identidad están poniendo en valor un extraordinario patrimonio histórico artístico, rico, peculiar y muy diferenciado dentro del legado europeo.

Destaca su particularísima y única arquitectura religiosa medieval, iglesias, monasterios y martyrium que se reparten por toda la geografía en unos entornos paisajísticos excepcionales. Pero también habría que mencionar el empuje de sus grandes capitales, Tbilisi y Erevan, que quieren ser las cabezas de puente de la entrada de estos dos países en la modernidad. A todo esto hay que unir la puesta en valor de sus tradiciones y cultura popular, folklore, artesanía y gastronomía que quieren convertirse en un atractivo más de estos pueblos unidos a modos de vidas tradicionales.

Por último, señalar que tanto Armenia como Georgia tienen un trato amable y lleno de atractivos para el viajero. Tardarás poco en encontrar intereses comunes con nuestros vecinos más orientales. No quisiera terminar esta reseña sin señalar la espectacularidad de sus paisajes. En Georgia, la monumentalidad de las montañas del Cáucaso en la región de Kazbegi o los intrincados valles, ríos, cañones, bosques y cresterías de la altiplanicie Armenia, sin olvidar la mítica cumbre del monte Ararat.

Sin duda un destino que proporcionará al viajero sensaciones inolvidables y que le permitirá conocer una zona oscurecida de la cultura europea que se extiende por las tierras de oriente.

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